domingo, octubre 23, 2005

Por si todavía alguien lee...

Como quien por un tiempo deja de comer capeletines: porque son caros, peorque le da fiaca cocinarlos, por no encontrar una casa de pastas que le convenza, porque penso que no le gustaban, porques si. De golpe un día uno vuelve a comer polenta, se hace una ensalada de apio y descubreque se había olvidado que le gustaba la manzana rallada; asi me siento hoy a la mesa. Buen provecho.


Puedo estar esperándolo, pero aún así me hace saltar de la silla. Puedo haber pasado toda una tarde en vela (esto ocurre cuando uno adopta una vida noctambula) pero mi cerebro se apagará irremediablemente un segundo antes de que ocurra. Todos mis sentidos pueden estar alerta y aún asi mi pecho sobresaltarse instintivamente... quizá esa sea la respuesta, en la naturaleza misma estaba el enigma.
De golpe, un salto creativo y varios hilos de pensamiento se vuelven en mi cabeza parte de una misma tela, esa que todavía nos une a los animales, ese guiño que nos conserva animales. No me pica, no me molesta pero aún asi tengo que refregar mis pies contra el fondo de la cama, ahí donde las sábanas se pierden en el colchon. No lo odio, quiezá tampoco lo desee pero tengo que apretar ese cuerpo contra el mío, desde el interior de mis brazos, desde lo profundo de mi pecho. No tengo sueño, no importa la hora del día pero tengo que devolver un bostezo con tro (hasta sale de mi boca mientras escribo esto). Son quiezá estas, tiradas de oreja que me devuelve la naturaleza, que me recuerda que todavía soy parte de ella ("somos" aunque querramos escaparle), que nos señala que existe una fuerza que todavía no controlo y que quizá no maneje nunca. Son los indicios que me susurran que mi locura es mas sana de lo que creía; que me permiten sobresaltarme, sin miedo ni culpa, cada vez que suena el portero.